A finales del siglo IX,
San Genadio, un eremita como San Fructuoso, reconstruye el monasterio. De esta época sólo ha quedado la lápida fundacional, al lado de la entrada de la iglesia que da al claustro, y algunos de los capiteles en que apoyan los arcos de los ventanales superiores de la torre románica.
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“El insigne en méritos San Fructuoso ,
después de que fundó el cenobio de Compludo, también hizo un pequeño oratorio ,
dedicado a San Pedro, en este lugar. Después de éste, San Valerio, no menor en
méritos, amplió la obra de la iglesia. Últimamente, Genadio, presbítero, con
doce hermanos, restauró la obra en la era 933 (año 895). Siendo obispo, de
nuevo la levantó admirablemente desde los cimientos, no oprimiendo al vulgo,
sino con dinero y sudor de los monjes de este monasterio. Fue consagrado el
templo por cuatro obispos: Genadio, de
Astorga, Sabarico, de Dumio, Fruminio, de León y Dulcidio, de Salamanca. En la
era 957 (año 919), el 24 de Octubre”.
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