Pasadizo subterráneo que comunica la fortaleza con un pozo de agua al que se accedía por una bóveda cubierta de cal y canto, popularmente conocido como "La cueva de la Mora" en alusión a una creencia legendaria en el Bierzo según la cual, los moros habitaban en cuevas subterráneas en las que escondían ricos tesoros. A la salida del pasadizo, unos escalones llevaban al pozo que se protegió con una torre sobre la muralla y dos baluartes pentagonales, de los que no quedan restos. Todo ello fue obra del Conde de Lemos, en el siglo XV, para garantizar, secretamente, el suministro de agua en tiempos de asedio.
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