En el siglo I d.C., el poder imperial romano empezó a explotar el yacimiento aurífero de Las Médulas recurriendo a una técnica basada en la fuerza hidráulica. Al cabo de dos siglos, la explotación se abandonó y el paisaje quedó devastado. Sin embargo, al cabo de dos milenios dejando a la naturaleza seguir libre su curso, este paisaje se ha convertido en uno de los más sorprendentes y espectaculares de España y de Europa. Considerada la mayor mina de oro a cielo abierto de todo el imperio romano, ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad en 1997.
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