También llamado Castillo de Ulver, su origen se remonta al siglo X teniendo una gran importancia en la Reconquista. En los siglos XIII y XIV perteneció a la Orden del Temple pero es en el siglo XV cuando la fortaleza alcanza su apogeo con el Conde de Lemos. Hasta principios del siglo XIX, se mantuvo bajo la jurisdicción del Marqués de Villafranca pero con la supresión de los señoríos, pasó a pertenecer al municipio de Ponferrada y se vio sumido en el abandono hasta alcanzar un estado lamentablemente ruinoso. En en s. XX, los herederos legítimos del castillo cedieron la propiedad a la Junta Vecinal de la cercana aldea de Villavieja que sigue siendo la actual propietaria.
A sus pies, unos troncos quemados realizados por Rixo, simbolizan una crítica a los incendios forestales.
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